Archicofradia del Señor de la Humildad

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Página de Facebook Oficial de la Archicofradía del Señor de la Humildad, Santo Entierro, Stma. Virgen de la Piedad y Ntra. Sra. de la Antigua.

Historia

HISTORIA DE LA COFRADIA

Introducción.
La Archicofradía del Señor de la Humildad tuvo una fundación peculiar; nació dentro del seno de una antigua y gran cofradía, lo que hizo que su vida pública quedase relegada en beneficio de la Matriz. Por todo ello, se hace necesario exponer las fases por las que ha pasado hasta el momento actual, y que sin su explicación sería difícil entender su nacimiento y menos su historia. Ese conocer, al mismo tiempo, nos da respuesta al por qué del silencio archivistito que nos tenía sumidos. Su evolución la podemos en cuadrar en tres momentos decisivos:
1. Antecedentes.
2. Fundación como filial de la Vera Cruz.
3. Constitución como entidad autónoma.



Llegados a este punto, es hora de dar cuenta de varios documentos que por una u otra causa han visto la luz en los últimos meses. Concretamente se trata de cuatro documentos; los tres primeros aportados por F. Adolfo González Sánchez y el cuarto por Francisco Ruiz Merino y publicados en los Programas de Feria y Semana Santa año 2005, respectivamente y remito a ellos:

a. Una lámina impresa que en el anverso figura la imagen del Señor de la Humildad original, con el pie de foto: “Milagrosa imagen del Señor de la Humildad que se venera en el Monasterio de Nuestro Padre San Francisco de Alcaudete. En el reverso: “Recuerdo de la bendición de la imagen de Jesús de la Humildad y constitución de la hermandad filial de la Vera Cruz. 4 de octubre 1560. Litografía Sevilla. Arenal, 14.”
b. Una descripción minuciosa de la Capilla de la Humildad del convento de San Francisco en la que, entre otras cosas, se dice que la imagen Titular fue donada en 1558 y que es de Pablo de Rojas.
c. Unos estatutos de 1891, que veremos más adelante.
d. Otros estatutos de 1909, que sustituyen a los que se hace para instituir la Centuria Romana en 1854 y reglamentada en 1868.

Es importante destacar, de entrada, que ninguno de estos documentos desautoriza mi exposición del Programa de Semana Santa de 2004, sino que la refuerza considerablemente y que en apretada síntesis, es:
La Humildad no es una cofradía en el sentido actual del término: sola e independiente. Desde su fundación formaba parte de una asociación de hermandades bajo la advocación de la Santa Vera Cruz.

También, y al menos, formaban parte de esa mancomunidad de cofradías la hermandad de la Fuensanta y la hermandad de la Purísima Concepción.

Por tanto, no se podrá encontrar las actas fundacionales de ninguna de las tres, ni rastro alguno, porque están englobadas dentro de las de la Vera Cruz. Sí es posible que se encuentren las actas de adhesión o “constitución dentro de”, así como sus ordenanzas particulares, pero siempre como perteneciente a las de la Vera Cruz.

Dicho lo cual, tenemos que ser cautos porque dichos expedientes, tal y como los conocemos, tienen algunas contradicciones e introducen algunas incógnitas que, seguramente, se despejaran cuando se analicen los originales y se cotejen debidamente las trascripciones.
1 Antecedentes.
Estar durante más de cien años -1225/1341- en primera fila de una frontera movediza y alternante en la propiedad, propició que en Alcaudete tuvieran pronta vida instituciones de ayuda mutua como los gremios y las cofradías.
De entre ellas destaca, como en toda España, la gran congregación de la Vera Cruz, cuya fundación hay que situarla, al menos, en el siglo XIV basándonos más en restos arqueológicos que archivísticos, ya que estos, por una u otra circunstancia han desaparecido.

En efecto, en 1712 la Cofradía de la Vera Cruz construye una nueva ermita en la Plaza de la Villa, que estuvo visitable hasta muy entrada la mitad del siglo XX en que, después de derribarla, se levantó una entidad bancaria. Por ese tiempo, ya no había rastros en la memoria colectiva de la cofradía y el nombre se había apocopado quedando sólo Santo Cristo.

Esa nueva inauguración sustituía a la primitiva ermita de la Vera Cruz, que estaba ubicada muy cerca de Santa María, en la plazoleta conocida como del Espíritu Santo –actuales cocheras que lindan con la calle Barrera. Por este dato se deduce la antigüedad de esta primitiva ermita, ya que estas edificaciones tienen una vida muy larga. Referencia a esa antigüedad la encontramos en las actas del cabildo celebrado en 1629 en la que sus hermanos al referirse a la ermita vieja la adjetivan de antiquísima. Esta ermita era espaciosa, ya que contaba con dos puertas, tres naves, varias capillas (con las imágenes de una virgen, San Juan y San José, además de la imagen titular), casa para el santero, espacio para un pequeño hospital e instalaciones para una congregación llamada Escuela de Cristo.

El cambio a la Plaza no supuso traslado de sede canónica, ya que seguía estando en una iglesia de su propiedad.
¿Por qué cambiaron de edificio? Se puede deber a dos circunstancias bien distintas:
a) Ruina, por el simple efecto del paso del tiempo o
b) Aprovechando un cierto deterioro y desaparecido los momentos de peligro de ataque musulmán y queriendo, además, hacer ostentación de su poderío –indudablemente lo tienen al levantar la nueva ermita en un año y del tal porte-, deciden bajarse al centro político, comercial y urbano: La Plaza.

Por una u otra causa, lo cierto es que la antigua ermita debió de durarles varios siglos a esa “cofradía y hermandad” –como ellos se llaman en los legajos-, lo que retrotrae su fundación al menos al siglo XIV.

A finales del XV y al socaire del Monasterio de las clarisas, se establecen los franciscanos en Alcaudete como vicaría del monasterio de Santa Clara: “solo con fin de que fuesen sus capellanes y asistiesen a su principal Monasterio”, según dice la Crónica, y traen consigo toda su tradición cofradiera y su singular trabazón con las cofradías de la Vera Cruz de toda España.

Su aparición revulsiona la vida social de Alcaudete: las mandas testamentarias hacia ellos se multiplican año a año, el deseo de ser amortajado “con el hábito de nuestro Seráfico Padre San Francisco” se hace universal entre los varones y alientan el nacimiento de más cofradías, caso del Santo Entierro y la Soledad.

Apoyándonos en los documentos b) “la imagen Titular fue donada en 1558” y en el a) “constitución de la hermandad [...] en 1560”, mencionados en la Introducción, observamos que hay un lapsus de dos años entre el inicio de la veneración de la imagen y la constitución de su cofradía. Este periodo es muy importante porque es el antecedente inmediato. En su transcurso los frailes obtienen al menos dos cosas: a) agrupar a un número considerable de hermanos de la Vera Cruz en torno a la nueva imagen del Ecce Homo y b) que se constituyan en cofradía sin que salga de su ámbito –convento-, ni de la Vera Cruz –poder establecido. No olvidemos que las cofradías, en ese tiempo, eran objeto de deseo para el clero, secular o regular, tanto por los ingresos financieros como por el prestigio consolidado que aportaban. Nos falta saber si fue la primera incorporación a la Vera Cruz de este tipo o ya era común por haberse dado con la Fuensanta y con la Inmaculada con anterioridad.
2 Fundación como filial de la Vera Cruz.
La cofradía de la Vera Cruz, al igual que la mayoría de sus homónimas, se constituye y caracteriza como congregación o agrupación de varias tendencias que se unen y distinguen por profesar su piedad, además de a la Vera Cruz, a otras imágenes y, estos hermanos en vez de fundar otra cofradía, se organizan en escuadras dentro de la matriz, llevando cuando hacen pública manifestación de fe –procesiones-, además de la imagen de su devoción, un gallardete distintivo.
Estas dos palabras –escuadra y gallardete- por sí solas dan testimonio de la existencia de una mancomunidad de cofradías bajo el amparo de la titular.

La cofradía matriz usaba sus estatutos y su estandarte, que incluían a las reglas y gallardetes de las asociadas, pero cada una tenía su independencia organizativa, dentro, claro está, del conjunto. A futuro, la relación de la central con las demás será más fruto del devenir histórico que de la voluntad de los cofrades y habrá multitud de situaciones y relaciones entre sí, que dará lugar a fusiones y a independencias, más o menos queridas.
Pero, mientras esa unión sea estable, oficialmente solo habrá una cofradía. Lo que dificulta encontrar rastros documentales de las filiales.

En Archivo Histórico Provincial de Jaén; legajo nº: 5607; notario: Rafael del Castillo; fecha 29 de julio de 1858, testamento del presbítero don Jerónimo Rivera López, en una de sus mandas dice:
“Ítem mando, se me haga entierro público y solemne. Asistan a él las dos Hermandades llamadas Nuestra Señora de la Aurora y del Carmen como, así mismo, los gallardetes del Señor de la Humildad, de la Purísima y Nuestra Señora de la Fuensanta.” Referencia fundamental en la que tanto el testador como el escribano dejan muy claro cuándo quieren emplazar a unas hermandades –Aurora y Carmen- y cuándo convocan a filiales a través de símbolo de unión, el gallardete: Humildad, Purísima y Fuensanta.

Dejando claro las reservas sobre la nueva documentación encontrada, es indudable que el documento a) es contundente, aunque le falta la corroboración correspondiente. La fecha de 1560 debe ser la correcta, ya que varias líneas confluyen en ella, como hemos visto.