UN PASEO POR LA HISTORIA ROJILLA
El 25 de septiembre de 1928 empezaba una historia que tuvo su prehistoria. Porque hubo fútbol en Olite antes del Erri-Berri. El club rojillo recoge todo el esfuerzo de los pioneros del fútbol en Olite y siente como suyos los colores de aquel Acero F.C., antecesor directo de nuestro equipo, en el que despuntaba Cándido Gorri, y los siente como propios, porque era el mismo equipo rojillo que luego jugaría como Erri-Berri, hasta que la fusión con la Peña-Sport en 1932 dio como resultado la breve aventura del Alkartasuna. En pocos meses, Erri-Berri y Peña Sport volvieron a separarse. Así hasta la Guerra Civil, que acabó con toda señal de alegría y vitalidad, los principales argumentos de éste y todos los deportes. Aquellos tiempos de borceguíes y zamoranas quedaron sepultados por la contienda que dividió en dos familias y pueblos.
Pasaron años, ya en los cuarenta -cuando unos botas de cuero auténtico costaban 75 pesetas (0,45 céntimos), un potosí, y los jornales eran de unas 12 pesetas(siete céntimos)- hasta que en Olite surgió una hornada de futbolistas que llevó al refundado Erri-Berri a las más altas cotas. Aquel equipo era una auténtica máquina, la Máquina encarnada de los Palacios, Marticorena, Marañón, Ruiz, Mendaza, Aramendía, Jiménez, Arellano..., y se ganó la simpatía de todos los aficionados navarros en la década de los cincuenta, en la que se estuvo siempre en lo más alto del fútbol regional: se alcanzaron ocho finales del Campeonato de Aficionados y de la Copa Navarra en ese periodo, y además se surtió de jugadores a otros equipos con estrellas como Adolfo Marañón y Félix Ruiz. Nada es comparable a hoy, eran tiempos en los que jugar al fútbol era difícil (no todos podían prescindir de un jornal por el balón), no había dinero, las comunicaciones eran malas... Pero había afición. Y mientras eso dure...
Las cosas empiezan a torcerse en los sesenta, cuando el Erri-Berri no puede competir económicamente con los clubes poderosos de Navarra y los jugadores emigran. El club se retira en 1962, luego retorna, pero las dificultades se agrandan a finales de la década. Sólo la potenciación de la cantera, gracias a la labor de presidentes como Luis Pérez Rocafort, Planilla, y Rafael Ulibarrena, permitió recuperar el paso y gracias a jugadores que luego fueron a Osasuna, como Javier Bayona y Francisco Gabari. Eran tiempos del setentero Erri-Berri ye-yé, del que mucho podría hablar el míster Pedro Barandalla. Una década como equipo ascensor entre Primera Regional y Preferente dio paso, a partir del ascenso de 1986 (con Jesús Mari Guembe y los Marañón, Lacalle, Balduz, Echarri, Pellejero y Ardanaz, entre otros), al asentamiento en Preferente, categoría de la que el Erri-Berri es hoy en día máximo exponente. El equipo logró incluso ascender a Tercera, división en la que sólo pudo disputar la temporada 1997/98.
El 21 de abril de 2012 el Erri-Berri consiguió el ascenso directo a Tercera División 15 años después.
Éste es, a grandes rasgos, el camino trazado por el equipo rojillo, el punto de partida para seguir escribiendo bellas páginas del deporte en nuestra Ciudad.
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