Nuestra presencia en el mundo educativo es uno de los legados de nuestro P. Fundador: “Unidas con el Hijo de Dios en fe, esperanza y amor, el esposo os dice dirigiéndose a vuestras escuelas: estas son mis hijas y vuestras hijas, amadlas con el amor con que yo las amo y cuanto hiciereis a una de ellas lo hacéis a Mí”42.
Las Carmelitas Misioneras Teresianas colaboramos en la formación de la persona, de manera que pueda desarrollarse integralmente, alcanzar un nivel de vida conforme a su dignidad, abrirse al encuentro con la Iglesia, Dios y los prójimos, hasta llegar a ser apóstol de comunión.
A través de la educación ayudamos a la persona a reconocer su propia identidad y a hacer aflorar aquellas necesidades y deseos auténticos que anidan en el corazón de todo hombre: sed de amar y ser amado, de autenticidad y honradez, de fidelidad y gratuidad, de felicidad y plenitud de vida. Deseos que convergen en el supremo deseo humano: ver el rostro de Dios, que es relación, y reconocerse imagen suya.
La espiritualidad de la comunión es, por tanto, el principio educativo en todos los ambientes en los que contribuimos al crecimiento formativo de la persona humana.
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