Helenias
A quien pasa por la carretera que conduce desde Boal al pueblo de Villanueva siempre le llama la atención el edificio del Helenias, el que fuera uno de los cines-teatro más importantes de Asturias y que hoy ofrece alojamientos de turismo rural. Pero hasta convertirse en un establecimiento que ofrece posada al visitante en el valle del Navia, el Helenias fue uno de los escenarios en los que debutaron grandes estrellas de su tiempo, como «La Asturianita», una mujer que había perdido sus brazos en el aserradero de su padre pero que consiguió vivir del espectáculo, o Antonio Molina, que se dejó caer en el local ya convertido en sala de fiestas en los años 80.
Detrás de sus paredes se esconde la historia de uno de los edificios que fue hervidero del movimiento cultural de la comarca y que se reconvirtió en discoteca, en la que en los años 80, dicen los que bailaron bajo sus luces de neón, se servían los mejores cócteles de Asturias.
Fue Benito Santa Eulalia el primer propietario de este inmueble, que lo convirtió en cine-teatro en el año 1931. «Los cuatro jinetes del Apocalipsis» fue una de las películas con más éxito. Basada en la novela de Blasco Ibáñez, la cinta llegó a Boal y consiguió llenar las butacas de un domingo de los años treinta.
Poco tiempo estuvo Santa Eulalia al frente del negocio, que pasaron a arrendar a Antonio Pérez Mariano P. Sanmillán, Manuel Meana, Luciano Pérez y Ángel Bueres. Fue éste último el que proyectó las últimas películas de la primera etapa del cine, que funcionó hasta 1935, y que financiaba la Falange de Boal, que fue quién terminó por cerrar el cine-teatro.
Una vez clausurado el Helenias, se fundó en Doiras una especie de delegación del cine. Era el arrendatario de este local, Manuel Meana, el que suministraba las películas y la publicidad para que se pasasen los filmes, que se encargaba de organizar Víctor Redondo, un empleado de Electra de Viesgo que aprovechaba el filón de la obra de la central de Doiras para asegurarse el aforo completo.
Pero no fue hasta a principios de los 80 cuando un empresario local tomó las riendas del Helenias y lo compró para convertirlo en una sala de fiestas.
Su apertura se anunció a bombo y platillo y la obra la hicieron las empresas que por aquel entonces estaban construyendo las primeras urbanizaciones de pisos de Boal. Dicen los que acudieron a su inauguración que lo más llamativo eran las estrellas de neón del techo. Helenias nació para hacer competencia a la videodiscoteca Benymar, que tenía una pantalla gigante y ponía los videoclips a todos sus clientes. Helenias traía todos los sábados grandes actuaciones, y si en el antiguo cine-teatro venía alguien con solera, entonces Benymar traía mejor actuación para el domingo.
Fue la época de esplendor de Boal y la discoteca Helenias llegó a abrir todo los días. Había autobuses que traían a la gente desde Fonsagrada (Galicia), Grandas de Salime, Navia y Coaña. Todo el mundo quería disfrutar del fin de semana boalés. Pero la época de gloria del Helenias se terminó pronto y Benymar consiguió aguantar. De hecho todavía sigue en activo en la villa boalesa.
Los que pudieron disfrutar de los encantos del edificio -primero como cine teatro y después como sala de fiestas- echan de menos aquel edificio de dos plantas que dejaba el piso de abajo para las actuaciones y las películas y el de arriba para los románticos.
Ahora sigue siendo un lugar para el recuerdo donde muchos desean que se vuelvan a abrir sus puertas para disfrutar de los cócteles que le hicieron famoso o de las enormes bolas espejo de discoteca que colgaban de su techo.
Y es que han sido muchos los que se enamoraron entre sus paredes, ya sea sentados en las butacas del cine o bailando en su pista, o los que todavía recuerdan aquellos «Cuatro jinetes del Apocalipsis».
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