Escúter Club Segovia es una asociación de propietarios y simpatizantes de las motos escúter de chapa, con motor de dos tiempos y marchas en el puño.
Segovia, breve historia:
10.000 años a.C.: primeros pobladores estables, vienen de los lugares del sur de Guadarrama huyendo del calor veraniego.
Siglo I d.C: los segovianos, sobre planos romanos, construyen su acueducto
Siglo VIII: San Frutos y su tiempo
Año 1521: La Guerra de las Comunidades lleva a Juan Bravo a perder la cabeza.
Año 1988: Fundación mítica del Escúter Club Segovia
A partir de ese año, los acontecimientos se suceden de modo vertiginoso, ya que no la velocidad a la que circulamos sobre las motos. Inicialmente tres socios, los suficientes para mantener la ilusión y plantar los cimientos del imperio, cimientos que siguen esperando nuevos ladrillos, todo hay que decirlo. En aquel brumoso tiempo, finales de la década tonta, viajábamos sin casco, hasta que unos señores de verde un buen día nos invitaron a lucir un casco, invitación no del todo cortés y acompañada de un escrito con una cifra que nos privó de pribar varios fines de semana, estudiantes sin recursos como éramos.
Un buen día sentimos la necesidad de pasear nuestras Vespas 160 y 125 no solo por Segovia, sino también de salir a alguna concentración de motos en la provincia y asistimos a las reuniones de clásicas de Prádena y Languilla. Poco después, Malasombra Brothers Band nos invitaban a demostrar en sus concentraciones que los escuteristas podían adelantar sobradamente a los duros moteros en escalofriantes pruebas de habilidad sobre moto o ingesta de cerveza, todo ello sin sudar ni despeinarse, naturalmente.
El siguiente paso fue salir de la provincia; a qué mejor lugar que a Guadalajara, pues los socios del Dios Ke Ventisca Scooter Club de allí nos habían invitado a asistir a su scooter rally. Inocentemente nosotros fuimos hacia allá sin imaginar siquiera lo que nos esperaba. Una barbaridad, el desenfreno, el despiporre, el desparrame, hasta el punto que desde entonces hemos tratado de seguir yendo año tras año.
Naturalmente los chicos del DKV nos animaron a organizar nuestro propio rally. Así lo hicimos. En mayo de 1996 nos reunimos en San Rafael unos 25 propietarios de escúters clásicos y comenzamos una tradición que continúa hasta ahora, bien es cierto que retrasando la cita hasta finales de junio o principios de julio. Durante todo ese tiempo hemos recibido a gente de toda España y Portugal, desde Gijón a Barcelona y desde Málaga a San Sebastián, pasando naturalmente por Avila, Madrid, Valladolid, Vitoria, Zaragoza, Ciudad Real, Murcia, Valencia, Tarragona, Bilbao, Pamplona… Siempre hemos tratado de satisfacer a nuestros invitados dándoles de comer lo mejor que se da por aquí: cordero, cochinillo y parro asados, caldereta de cordero, judiones… Hemos traído a tocar a los mejores y más renombrados grupos españoles, como Pánico Speed, Tuna Tacos, Los Coronas o Los Imposibles, por citar sólo algunos. Nuestra espina, disueltos definitivamente Los Beatles, es no haber traído hasta el momento a U2, algo a lo que no nos resignamos.
Naturalmente, también hemos devuelto las visitas, puntuando en concentraciones de escúteres clásicas en Madrid, Valladolid, Sevilla, Murcia, Valencia, León, Zaragoza, Vitoria, Gijón, Santander, Bilbao o San Sebastián
A partir de 2005 empezamos a contar con más gente con nuestras mismas inquietudes: darse un rulo en moto, pasar frío o calor según toque, charlar de música y mil cosas más y tratar de reírse a toda costa pasándolo debuten. Siempre hemos llevado a gala ser uno, sino el que más, de los clubes deportivos que más fomenta la risa y el buen humor entre sus socios. Las nuevas incorporaciones, paradójicamente no siempre de gente más joven que nosotros, han captado esta frecuencia de onda y han hecho que un grupo fundamentalmente de amigos haya pasado a ser un auténtico club, con su himno (Glorioso y Afamado), decálogo, calendario de salidas y el reconocimiento casi general, suponemos. La labor de organización se ha distribuido perfectamente entre todos, habiendo quienes se encargan de las cuestiones económicas, tecnológicas, artísticas, institucionales (escasas, por suerte) y de relaciones sociales y captación de nuevos primos, o sea, socios. No podemos ocultar, no obstante, que hay socios o simpatizantes a los que hemos perdido de vista, esperamos que temporalmente, y de los que guardamos un grato recuerdo.
En nuestras reuniones anuales hemos llegado a participar hasta 180 personas, lejos de registros como Pingüinos, pensaran algunos. Nunca nos hemos preocupado del número, es más, desde hace años tratamos de acoger a un máximo de 100 personas humanas, por motivos logísticos y de confianza mayoritariamente; hacemos nuestra Escuterada para pasarlo bien en compañía de nuestros amigos, de Segovia o provincias, no para estar en vilo por un gañán infiltrado (los hay a decenas, sin duda).
En Segovia, sabemos de la existencia de otros clubes de escúteres clásicos, al menos dos: la Peña Escuterista Segoviana 32, que mantiene el recuerdo de Carlos Borondo, simpatizante y colaborador que fue de nuestro club en sus comienzos, y Segovia Scooter Racing, con un enfoque más de radial y aerógrafo, por decirlo de algún modo. Algunos dicen que siendo Segovia una ciudad pequeña es chocante que no haya un solo club que aglutine a todos. Sinceramente nosotros pensamos que es sano y recomendable la variedad de la oferta y la disparidad de propuestas, sabiendo que además, los clubes que existen se forman a partir de grupos de amigos con gustos comunes.
Mensualmente organizamos salidas por la provincia, testando los trabajos de parcheo e incluso en ocasiones de modificación de trazado que realiza la Diputación de Segovia por nuestras queridas carreteras sin pintar, nuestras favoritas. Organizamos pequeñas escuteradas como la Escúter Romería a San Frutos, la Invernal-Infernal, Fin de verano o la Escuterada Navideña, en las que, con asistencias que oscilan entre la media docena y la veintena, sufrimos frío, calor, viento, lluvias racheadas o ventiscas de nieve, e incluso mareos vespertinos (eso sí, después de aparcar definitivamente las motos, todo sea dicho).
Conocen el elegante petardeo que emiten nuestras motos por toda la provincia: en Villacastín y Grado del Pico, La Granja y Fuentidueña, Navafría y Navas de Oro, El Espinar, Cantalejo y Rebollo, a cuyo bar acudimos por la bien ganada fama de sus pinchos.
Por último, debemos mencionar el parque móvil de nuestros socios, compuesto mayoritariamente por vespas, con alguna honrosa excepción de lambrettas, y cuya característica general podría decirse que es un respetuoso uso de ellas, sin someterlas a exhaustivos trabajos de recorte de chapa ni adicción patológica de ferretería o espejería, pero donde la personalidad de cada cual deja su impronta en la montura, con acaso una cesta de mimbre a modo de acertado cofre, mini mástil con bandera nacional, asiento retro, forros de borreguito, sprays ocasionales y adhesivismo juvenil; y como excepción, algún sidecar y algunas vespas antiguas -160 hacia atrás- que son las que se llevan las miradas de admiración en los estacionamientos.
¿Qué queda por decir? Que estamos abiertos a que algún propietario de escúter clásico se anime a participar sanamente de nuestra afición favorita: divertirnos sobre ruedas.
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