"La Confitería de Villoldo" por fin tiene su despacho en Palencia. Ya no hay excusas para poder disfrutar de estos dulces tan típicos de nuestra tierra.
Los comienzos de la CONFITERÍA DE VILLOLDO se remontan a mediados del siglo XIX, cuando mi tatarabuelo Amós, quien se dedicaba a la elaboración de licores, se vino de Madrid para instalarse en Villoldo, donde abrió una fonda con tienda y bar.
Al morir Amós, lo heredó mi bisabuelo Felipe, quien siguió con nuevas perspectivas y dimensiones para el negocio, transformando la fonda en cafetería, tienda de ultramarinos, salón de baile y confitería.
Más tarde, mi abuelo Heriberto, continuó con el negocio de su padre especializándose en Confitería y perfeccionando el oficio en Carrión de los Condes, donde era conocido por elaborar caramelos, confites y todo tipo de dulces de la época.
Entretanto, mi padre EMILIO PEDROSA, ya se interesaba por el mundo de la confitería e iba adquiriendo ideas de lo que podía ser su proyecto de mejora de calidad de los productos y materias primas ampliando la gama de dulces con los famosos amarguillos, almendrados o tocinillo de cielo entre un largo etcétera que dio a conocer a nivel nacional.
Durante veinte años, mi hermana Mª del Carmen y yo, Ángel, trabajamos codo con codo con nuestro padre, encabezando así, la quinta generación de la familia Pedrosa dedicada a este negocio con tan larga tradición familiar.
Desde hace unos años, la SEXTA GENERACIÓN está en marcha al frente de mi hijo Ángel Pedrosa, quien se encarga de innovar con nuevos dulces y comienza a expandir el negocio con ayuda de su madre Yomar, manteniendo este negocio vivo muchos años más.
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