Manairó no se parece a nada ni a nadie: ni sus platos, ni su cocina (con artilugios creados por el chef), ni su decoración (con esculturas del propio Jordi Herrera). Una experiencia anti-convencional para los 5 sentidos.
Manairó no se parece a nada ni a nadie: ni sus platos, ni su cocina (con artilugios creados por el chef), ni su decoración (con esculturas del propio Jordi Herrera). Una experiencia anti-convencional para los 5 sentidos.
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