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Reseñas, información para Monestir de Sant Pere

Dirección: Camprodón
Ciudad: Camprodón


Reseñas
Lamentablemente sólo pudimos verla por fuera porque estaba cerrada. La nieve también nos impidió acercarnos demasiado porque resbalaba mucho el suelo pero aún así era preciosa.
Es un ejemplo de románico catalán. El patio de la fuente es precioso, pero el estado de conservación del templo es penoso. Está cerrado porque las tejas están sueltas y hay peligro para los visitantes. Una pena que solo se pueda ver desde fuera.
Cuando salimos de visitar la iglesia de Santa Maria fuimos a ver este monasterio ya que esta justo al lado. Es muy bonito , de estilo románico , pero por desgracia no pudimos entrar ya que estaba cerrado. He estado leyendo y por lo que se ve lo tienen casi siempre cerrado y solo lo abren cuando montan alguna exposicion en su interior... Pero bueno , aún y asi merece la visita si es que te gusta ver este tipo de construcciones del arte románico. Debio ser increible antes del terremoto que destruyo gran parte de el....
Lugar emblemático del pueblo, entorno muy bonito. Recomendable visitar entre semana
En mis varias viajes a Camprodón, siempre me he encontrado el monasterio cerrado, así que no lo he visto por dentro, aunque creo que es visitable concertando la visita. Se encuentra al lado de la iglesia de Santa María, y es junto con los jardines, un lugar bonito para pasear y visitar si estamos por la zona. Se trata de un monasterio benedictino de estilo románico del siglo XII, edificada sobre otra antigua iglesia del año 904, y donde destaca la puerta de entrada a la iglesia.
Fuimos a un concierto dentro del Monasterio. Una excelente sonoridad.
Vale la pena visitarlo, esta en un lugar excepcional, vistas en la ascension con el cremallera maravillosas
En los inicios del siglo X, Servus Dei, obispo de Gerona, decidió organizar el servicio religioso en el valle de Llandrius actual Camprodón, alrededor de una iglesia dedicada a San Pedro. La iglesia fue consagrada por el obispo el 27 de noviembre de 904. La iglesia estaba situada cerca de un campo redondo en catalán camp rodó, término que dio origen al nombre actual del valle y la población y se convirtió en la parroquia de todo el amplio valle. Alrededor del 950, el conde Wifredo de Besalú decidió construir en el valle un monasterio. El obispo de Gerona cedió la titularidad de la iglesia de San Pedro y en el 952 ya se encontraba establecida en el área una comunidad monástica regida por su primer abad, Gaufred. Los años siguientes el monasterio prosperó gracias a las importantes donaciones de tierras, molinos y pastos. Entre los donantes principales estaban los condes Sunifredo, Oliba Cabreta y Miró, hermanos de Wifredo. El conde Sunifredo cedió al monasterio también los dominios de la ciudad de Camprodón; en el 1249, los monjes cedieron el derecho sobre la ciudad al rey Jaime I. En el 1078, el monasterio de San Pedro se convirtió en filial de Cluny, unión que persistió hasta el 1461. A partir de ese momento, el cenobio se rigió por las normas de la abadía francesa. La comunidad religiosa que residió en San Pedro fue de número variable. En origen, el cenobio contaba con 17 monjes mientras que en los momentos de su máximo esplendor, entre el siglo XI y el inicio del siglo XII, la comunidad era de 25. El número de religiosos empezó a descender al iniciarse el siglo XIV en que la comunidad se redujo a 14. A mediados del siglo XVII únicamente quedaban en el monasterio 8 monjes junto con el abad. Los últimos años de vida en el monasterio fueron de grandes cambios. Entre los años 1671 y 1672, diversas discusiones entre Josep de Magarola, abad de San Pedro, y el obispo de Gerona provocaron que el monasterio perdiera sus derechos sobre importantes zonas de tierra. Más tarde, durante la ocupación napoleónica, las tropas francesas expoliaron el monasterio en diversas ocasiones. Una de las pérdidas principales para el cenobio fue la de las reliquias de Sant Pallari así como la de una supuesta espina de la corona de Cristo que era venerada con devoción por los fieles. El final de la actividad monástica llegó en 1835 cuando la exclaustración obligó al abad Miguel de Parrella y a los cinco monjes que aún quedaban a abandonar el monasterio.
Precioso monasterio de la baja edad media. La última restauración es un poco chapucera, habiendo quitado las tejas de pizarra y siendo sustituidas por un hormigón muy anacrónico. El monasterio goza de una acústica excepcional, la cual se aprovecha en las noches de verano para programar conciertos de música clásica, entre ellos, el Festival Albéniz, compositor nacido en Camprodon
Muy bien por fuera se mantiene bien cuidado y el jardín que tiene me gusto mucho.
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