"Libera el potencial de un niño/a y podrá transformar el mundo" (María Montessori)
La educación del niño depende del trabajo constructivo que éste puede llevar a cabo en los primeros años de vida, cuando descubre la realidad que le rodea y le da cuerpo, como decía María Montessori, transformándola en una estructura psíquica de su personalidad.
Es en el periodo de la infancia cuando se forman hombres civiles o salvajes, hombres del siglo XXI u hombres de las cavernas.
La tarea de los educadores, y de los adultos en general, se traduce en dar todo, en dar las guías para la exploración; una tarea que no podríamos cumplir si no tuviésemos vivos en nosotros dos fundamentales principios: el respeto hacia los intereses del niño y el amor hacia el universo.
Si nosotros siguiéramos pensando en el niño como un ser vacío por llenar y considerásemos la cultura como la suma de cosas separadas que hemos aprendido de manera fragmentada e incoherente, no podríamos confiar en nuestra tarea.
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