Reseñas
El sitio precioso, muy diáfano y con una arquitectura espectacular. Muy bonito el patio exterior. El menú 17€, buena comida y abundante, con nada exótico en el menú. Admisión de niños: Tienen tronas de Ikea
Restaurante con terraza muy bonita y cómoda. Hay una fuente y oyes el sonido del agua a la vez que estás rodeado de árboles. No parece que estés en el centro de Barcelona por la tranquilidad que hay. Es el restaurante del museo marítimo. Sitio perfecto para tomar algo a cualquier hora.
Me encanta este restaurante y no solo porque esta ubicado en uno de los edificios más espectaculares de Barcelona, el museo marítimo, sino porque la comida siempre esta buenísima y el trato de los camareros es muy agradable.
Me encanta este sitio, a mis hijos también!!! Hay tortugas y peces. Luego fuimos al museo, es genial. Recomiendo 100%
La comida es mediocre en toda regla, no hay nada destacable, es como comer en un comedor escolar o en un avión. El servicio es atento y correcto. El lugar precioso pero hacía frío. Para hacer un vino, aperitivo o un café está bien pero para ir a comer no lo recomendaría. No es económico.
Calidad bastante buena, corresponde a su precio 17 euros por menú. Servicio... no se que decir, también corresponde a precio. Así que, no esperes mucho. Plato principal frío. El metre poco profesional, peor de todo que te miente mirando a los ojos he pedido una panacota de coco y trajeran de mango y es primera vez qué te mira nunca quita la mirada de de sus papeles. ¿Realmente piensa que somos tontos y se nos dice que sabor es de coco lo confundimos con el mango?
Bar normalito pero muy tranquilo. Gran ambiente. Y con comensales con plumas.Comida: 3/5
Fui a tomar café y a pesar de ofrecer bocadillos sin gluten al ser domingo tienen cerrada la cocina así que no tenían. Una pena. El sitio es precioso y no es caro. Volveré a comer algún día.Comida: 3/5
Un sitio tranquilo, bonito y barato. Muy buen rincón.Servicio: 5/5
Es una auténtica pena que un lugar tan agradable y bonito en cualquier época del año no cuente con un servicio de cafetería que acompañe minimamente. Y digo cafetería por que llamar aquello restaurante podría crear expectativas que no se verán satifechas. Nunca hay suficiente personal. Que uno tenga que pedir en la barra, vale. Así es. Lo tomas o lo dejas, pero que el único chico que pone las cañas y las olivas tenga que salir de la barra para recoger bandejas y copas de las mesas se traduce en que llegas al sitio y te sueles encontrar el 90% de las mesas vacías aunque atestadas de trastos usados que te toca recolocar en otra mesa para limpiar la tuya y usarla. Dice que está abierto hasta las 8, pero a las 7,15 ya no te sirven nada más, pues supongo, que es a esa hora que pueden ponerse a recoger y lavar lo usado durante toda la tarde. La comida preparada ahi la probé en una celebracion a la que fui invitado es bastante mediocre, por lo que recomiendo ceñirse a la cerveza, las olivas, las patatas de bolsa y los helados. Si ese es el plan o el menú deseado y no le importa limpiar su mesa y hacer fila para comprarlo, no dude en ir, pues es un sitio precioso y los niños se lo pasan en grande con las tortugas del estanque y corriendo de aquí para allá entre el barco y el submarino. Sin embargo, y esto ya no es achacable al restaurant, no se descuide. El lugar es bastante turístico, está abierto al público y tiene un flujo constante de gente que lo atraviesa para entrar al museo o ver la parte gratuita de sus instalaciones. Esto lo hace muy atractivo para carteristas y rateros que te arruinan el rato en un plis-plas y de verdad, verdad. Lo he visto suceder un montón de veces, pues, llámenme loco, con todo lo anterior, sigo yendo con cierta frecuencia. Así de bonito es el lugar.