En este pazo, según muchos, se encuentra uno de los jardines más fascinantes de Galicia por su extraordinario valor botánico y paisajístico.
Este jardín es, para muchos, el espacio botánico más fascinante de Galicia por su extraordinaria diversidad y riqueza en flora ornamental así como por su valor botánico y paisajístico.
En el siglo XIX , Iván Armada y Fernández de Córdoba (1845-1899) , conocido como “el Tío Iván”, aumentó considerablemente la colección de plantas, especialmente las camelias. Las primeras citas sobre éstas se remontan al periodo entre 1875-1899 y aparecen reflejadas en sus cuadernos.
En éstos, “el Tío Ivan” relata que plantó varios ejemplares de camelia al lado de otros que ya crecían en el jardín. En aquel momento éstas ya medían 7 metros de altura. Por ello, se puede concluir que estas “camellias viejas” fueron plantadas años atrás, probablemente de 1780 a 1820. Otras se plantaron antes de 1850, y aquellas plantadas por el “Tío Iván” de 1875 en adelante.
Desde el punto de vista botánico, lo más importante de la propiedad sea el conjunto de árboles monumentales que reúne, entre los que podemos destacar: los paseos de camelias (Camellia), olivos (Olea europaea), boj (Buxus sempervirens), gigantescas magnolias (Magnolia grandiflora), el helecho australiano (Dicksonia antarctica), la criptomeria (Cryptomeria japonica), los tulipaneros de Virginia (Liriodendron tulipifera), el ombú (Phytolacca dioica), el roble piramidal (Quercus Robur var. Fastigiata), las palmeras Washingtonia (Washingtonia robusta), así como un naranjo que recuerda las antiguas plantaciones de cítricos de finca.
En la segunda mitad del siglo XVI se amuralló el recinto y se dividió internamente la propiedad. Se formaron avenidas y paseos para separar las distintas parcelas de cultivo y facilitar los accesos a las mismas. Todo el conjunto monumental tiene una escala de trazado, formando un todo único, racional y ortogonal, que sugiere influencias renacentistas.
El conjunto formado por más de quinientos Olivos que flanquea las avenidas y que vemos en la actualidad es el resultado de una idea original que por primera vez se acometía en Galicia.
El cultivo de estos olivos se utilizó para producir aceite, y por ello se dotó a la “Granja de Ortigueira” de un molino con rueda de granito y prensa de viga – al modo romano -, que se conservó hasta no hace muchos años. La producción de aceite duró hasta el siglo XX.
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