Federico Fernández Gómez se había dedicado desde su juventud a la pirotecnia, comenzando como disparador y también vendiendo material como intermediario. Su hijo, Pedro Alonso, lo resumía así: "mi padre llevaba toda la vida echando cohetes". Aunque antes había tenido un pequeño negocio de transportes, con camiones, en la década de 1980 ya tenía su propio almacén pirotécnico de pequeñas dimensiones. Más tarde, en 1998, adquirió un taller que luego amplió y en el que comenzó a fabricar ya por su cuenta. Ése fue el nacimiento de la firma que fundó y que ha dirigido hasta la fecha de su defunción.
Tras nueve años de arduo trabajo y con la ayuda de su hijo, Pedro Alonso, Federico hizo que aquella joven firma, PIBIERZO, dispare hoy con la última tecnología de ignición pirotécnica, realizando espectáculos pirotécnicos de primer nivel.
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