Pontificia y Real Cofradía del Santísimo Cristo Yacente y Siervos de Nuestra Señora de la Soledad de la Ciudad de Jaén
El 11 de julio de 1556, año en el que Felipe II asumió el trono español, don Diego Tavera, obispo de Jaén, aprobaba los estatutos de la Cofradía y Hermandad de la Transfixión y Soledad de la Madre de Dios.
Dicha Cofradía se fundó en el extinto monasterio carmelita de la Coronada. Probablemente los mismos frailes indujeron a la formación de una cofradía penitencial con la advocación de la Soledad de María, tan intrínsecamente unida a su orden.
En 1579 se produjo un sonado desencuentro entre la cofradía y los religiosos que tuvo como consecuencias la salida de la primera del convento y la creación de otra cofradía, la actual del Santo Sepulcro, surgida en buena medida de antiguos cofrades de la Soledad fieles a la comunidad carmelita.
Así en este año la procesión de la Soledad salió desde el monasterio de la Santísima Trinidad. Dos años después comenzó a sacar el Entierro de Cristo; y Su Resurrección en la mañana del Domingo de Pascua.
Entre 1581 y 1584 la cofradía de la Transfixión experimentó un nuevo traslado de sede al convento de San Francisco. No conocemos fecha concreta ni los motivos que la llevaron a ello.
Las desavenencias con la cofradía del Santo Sepulcro constituyeron un problema para la autoridad eclesiástica: allá por 1595 se originó una trifulca entre las dos cofradías cuando desfilaban en procesión por ver quien entraba primero en la plaza de la Magdalena.
La situación, pese a haberse tomado cartas en el asunto, no resultaría satisfactoria, por ello se hizo necesario establecer una concordia entre las dos cofradías. La concreción de los acuerdos se produjo el 23 de marzo de 1619: así el horario de salida de las procesiones sería coincidente pero no el itinerario.
La devoción que tuvo la Soledad lo demuestra la construcción en 1675 de una capilla para Nuestra Señora en el convento de San Francisco: la misma fue realizada y adornada opulentamente por particulares.
Durante el primer cuarto de siglo se ignora la actividad de la cofradía de la Soledad, castigada por la crisis que se derivó de la guerra de sucesión.
En 1727 y en 1728, el papa Benedicto XIII expidió dos bulas concediendo indulgencias plenarias: una a los hermanos de nuestra cofradía, aún vigentes; y un segunda a favor de los hermanos difuntos.
El 4 de marzo de 1732 las Cofradías del Santo Sepulcro y la Soledad firmaron una nueva Concordia, que aunque la estipularon por ocho años a título de prueba, quedaría como definitiva. En ella se comprometieron a alternarse en la oficialidad del Santo Entierro, correspondiendo en los años impares a nuestra cofradía................................................................................
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