Tasca Matilde es un pequeño gran tesoro, un lugar de esos que cuando entras te cobija, te mece, te mima. Es una máquina del tiempo. Se respira a Manolo y Matilde, a las cosas de antaño, a esos sitios que cuentan una historia fantástica llena de anécdotas y refranes. En sus paredes cuelgan retratos de familia, carteles de grandes eventos de los 60, fotos con personajes destacados de la época y ahí inalterable una gran chimenea que acompaña en las largas tardes de invierno y que en verano mira complice consciente de lo rápido que pasa el tiempo.
Dispone de 3 zonas, la terraza para los que quieren sentir la brisa marina y oler el Mediterráneo de cerca, la barra con algunas mesitas; y la sala interior, con una maravillosas vistas al mar y un recorrido por el pasado y el presente.
La cocina poco a poco se desprende de su pasado, pero sigue fiel a sus raíces, al respeto al producto y a su entorno.
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