Página de Facebook OFICIAL de Turismo del Excmo. Ayuntamiento de Trujillo.
Trujillo es una de las poblaciones más interesantes para el turista de la provincia de Cáceres. Se encuentra al este de la capital de la provincia sobre una colina granítica que domina la llanura que la circunda.
La Historia de Trujillo se ha construido en un amplio territorio en el que esta ciudad se erigió como núcleo principal y centro rector. Fue a partir de la ocupación musulmana, cuando su carácter defensivo se hizo más patente. Territorio cristiano desde 1232, la ciudad pasará a depender directamente de la Corona englobándose en la diócesis placentina. Es entonces cuando se define el amplio territorio sobre el que Trujillo ejercerá su jurisdicción; siglos después, las dificultades económicas de la Corona irán reduciendo su amplísimo alfoz.
El crecimiento del arrabal en torno a la iglesia de San Martín marca el principio de un basculamiento del peso económico e institucional desde la villa amurallada a la plaza llamada entonces del arrabal. En 1430 Juan II concede a Trujillo el título de ciudad y en 1465 Enrique IV le otorga el mercado franco de los jueves. Su gobierno aparece controlado desde la reconquista por diversas familias que se organizan en torno a tres linajes: Altamirano, Bejarano y Añasco. Esta división acaba organizando la totalidad de la sociedad medieval, integrando en ella a los miembros de las dos minorías religiosas presentes en la ciudad, judíos y musulmanes.
Numerosos trujillanos contribuirán a que la historia de la exploración, de la conquista y la colonización de América estuviera unida para siempre a esta ciudad. Tras un siglo XVI de crecimiento y dinamismo, los siglos siguientes suponen para Trujillo el comienzo de una larga crisis urbana y económica. Durante la Guerra de la Independencia la ciudad es invadida y arrasada y aunque el proceso de reconstrucción se alargaría a lo largo del XIX, algunas de sus heridas persistirían hasta bien entrado el siglo XX. Con la recuperación de la democracia y el desarrollo del Estado Autonómico, Trujillo ha encontrado nuevos referentes en un mapa regional cambiante en cuanto a centros de decisión y en un mapa económico regional y local igualmente
redefinido.
La Historia de Trujillo es el resultado de muchas generaciones, de pueblos diversos, de sentimientos encontrados que a lo largo del tiempo han construido una realidad en un amplio territorio en el que esta ciudad se erigió como núcleo principal y centro rector.
Pero Trujillo no basa su riqueza única y exclusivamente en su casco monumental. No tenemos más que pasearnos por sus alrededores para sorprendernos con una riqueza rural difícilmente comparable.
La naturaleza de ese territorio resulta fundamental para entender la elección de dicho enclave como asentamiento ya en tiempos prehistóricos. Los restos arqueológicos hablan de una ocupación temprana de esta zona. Puntas de flechas magdalenienses, perforadoras, hachas pulimentadas y pinturas esquemáticas, algunas incluso en el propio berrocal, nos hablan de la presencia humana en épocas prehistóricas, aunque no supongan pruebas indiscutibles de la ocupación permanente de este núcleo.
Las condiciones inmejorables que algunos enclaves cercanos ofrecen para la defensa debido al encajamiento de la red hidrográfica, hace que encontremos en zonas del cercano río Almonte y de algunos de sus afluentes una gran concentración de asentamientos denominados castros, situados en auténticas fortalezas naturales. El batolito granítico de Trujillo, más abierto y romo, constituye sin embargo un otero privilegiado cuando se trata de dominar un territorio de mayor amplitud. Además de abundante material de construcción, atesora una importante cantidad de agua que hace posible el establecimiento de población y en sus vaguadas, junto a los manantíos, la vivacidad de las plantas herbáceas resulta clave para el aprovisionamiento del ganado.
Su entorno privilegiado de Dehesa y Berrocal nos ofrece una perspectiva diferente de lo que un día fue la comarca de Trujillo. Su arquitectura vernácula nos hace imaginar la población, su medio de vida, su organización agraria, su arquitectura, y hasta su división social en clases bien diferenciadas.
Palacios que estaban al cargo de inmensas fincas, situadas a la vera de los ríos Almonte, Magasca, Tozo etc. Ríos que albergaban una verdadera actividad agraria alrededor, con sus molinos de agua, de viento, lavaderos públicos, fábricas de teja, zahúrdas de cochinos, hornos de leña, chozos de pastores etc.
Es esta riqueza paisajística, medioambiental e histórica lo que nos lleva, a buscar una figura que nos permita proteger de forma coherente este espacio de nuestro entorno más cercano, para preservarlo para futuras generaciones.
Este conjunto de recursos históricos – monumentales y medioambientales conforman a Trujillo como destino turístico de primer orden, convirtiendo al sector turístico como uno de los principales generadores de creación de empresas y de empleos que demandan personas cualificadas para el desarrollo de sus proyectos empresariales
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