Cafè d'estiu

Un lugar precioso ubicado en un patio interior decorado para hacer del lugar un rincón aún más especial. Con mesitas donde retomar un buen café y un gran servicio. Gran amabilidad y cercanía por parte del personal y unos cafés hechos con el mayor de los cariños. El chico que los preparo dedicó varios minutos a cada uno sirviéndolos no solo bien preparados sino con una imagen perfecta. Sin duda un lugar al que ir habitualmente o llevar a visitas que quieran descubrir rincones extraordinarios de Barcelona. Para encontrar su ubicación, ya que está dentro del edificio situado junto a la catedral, hay que fijarse en las escaleras de bajada al patio interior de este edificio donde hay un pequeños cartel que el café se encuentra allí. Una vez descubierto el lugar es muy muy recomendable.

Lugar muy bonito y escondido en el centro de Barcelona. Merece la pena para ir a relajarte y huir del ruido de la cuidad. Lastima que el servicio sea tan horrible. Los dos camareros son muy maleducados y no tienen vocación ninguna por lo que hacen. Uno de ellos vestía una gorra deportiva y se sentaba en uno de los taburetes de la barra dando la espalda hacia la terraza, mientras todos los clientes le llamaban y él no hacía ni caso era mejor estar con el móvil . Por otro lado, se notaba que no les gusta lo que hacen, ya que a los clientes los trataban a mí modo de ver, fatal. Irónicos y maleducados, repito. Por lo que veo en las reseñas, esto es algo habitual y por eso le daré solo una estrella . Creo que el sitio merece muchísimo la pena, y mejorando mínimamente el servicio sería un sitio que repetiría cada dos por tres. Pero tengo claro que con esa clase de personas, no vuelvo. Ojalá mejoren.

Escondido en medio gótico, dentro del museo, poco concurrido, podemos encontrar este tranquilo bar para tomar algun refrigerio, café o te. Hay variendad en su carta y además el trato es muy bueno. Muy recomendable!! Precio correctos para el lugar escondido pero turístico donde se encuentra

Un rincón mágico en el patio interior del Museu Frederic Marès. Refugio de paz en cualquier recorrido por el Barrio Gótico, a pesar de que durante la temporada alta puede ser bastante difícil encontrar un sitio para sentar y tomar una bebida.

Me ha gustado porque está justo pegado a la catedral de Barcelona y el museo Antonio Gaudí. Puedes tomarte un café o un refresco en la terraza aislada del ruido y el gentío es como una pequeña isla de relax en el centro de la plaza de la catedral. Acompañado o solo lo único que eche en falta más plantas y flores con maceteros ya que el suelo esta cubierto de piedra. Por lo demás muy bien los camareros muy atentos y los precios dentro de normalidad por el sitio turístico que es.

Algunas fotos son del corpus y la decoración floral que se ve en las fotos es específica para ese evento, no es la que está puesta cada día. No es tan vistoso realmente. Aunque sigue siendo un sitio bonito. Los precios son un poco elevados 4€ por un batido pequeño que no era nada del otro mundo. El sitio es tranquilo. Lo malo que cuando falta media hora para cerrar el camarero pasa de ti y no se acuerda ni de traerte el cambio. Merece una visita si no has ido nunca.

Un oasis en pleno barrio gótico. Es uno de los lugares con más encanto de Barcelona. El patio es un lugar lleno de historia perfecto para desconectar del agobio de la ciudad y tomarte algo al aire libre en buena compañía. Los precios son muy asequibles Lo recomiendo muy mucho!!

Este sitio es perfecto para disfrutar de una tarde de verano en compañía de una buena amiga. La sorpresa es encontrar este pequeño edén en pleno centro de Barcelona. La tranquilidad del lugar hace que el tiempo se pare y puedas estar horas y horas hablando sin darte cuenta de tu alrededor. El bar es bastante sencillo, principalmente sirven bebidas básicas y cosas saladas para picar.

Lugar muy tranquilo para relajarse tomando algo.

Sitio muy tranquilo y relajante después de un paseo por el barrio gótico. Un poco caro, pero.... Por desgracia esto es asi. Si eres turista lo pagas y si no.... Pues también. Espero que algún día los hosteleros y restauradores se de cuenta de que así están matando a la gallina de los huevos de oro.