Reseñas
Lamentable. Poca variedad, caro y malo. El servicio tb pésimo. Hacía tiempo que no "cenaba" tan mal. Pedimos vino blanco y nos trajeron la botella abierta y sin etiquetar aparte de malo. Hamburguesa 8€ quemada, marinera 2,5€ era mayonesa y patata, nos sirvieron la hamburguesa antes que la ensalada...etc, etc. Nada recomendable.
La comida de calidad, escasa pero correcta. El servicio, en mi caso para no volver a repetir, simplemente por falta de profesionalidad. Es una pena como un mal camarero puede arruinar dando mala Imagen a tu negocio. Pulpo excelente, por cierto
Comimos un menú por 10 euros que incluía gazpacho, asado de costillar y paella de marisco, todo buenísimo, la paella especialmente y la camarera que nos atendió un encanto y amabilísima, además se encuentra situado cerca del teatro romano en una plaza muy acogedora, muy recomendable!!!
El sitio está decorado con buen gusto, servicio y comida bajo poco que decir es más apariencia que cálida. IMPORTANTE no avisan del cierre de cocina cuando te sientas en mesa, por lo que puedes quedarte solo con la cerveza y poco más.
Habíamos estado varias veces antes y aunque no es barato, siempre habíamos salido satisfechos. Hasta hoy, el servicio ha sido pesimo, despues de esperar unos 20 minutos a que nos atendieran, decidimos pedir una segunda ronda, sorpresa la nuestra que el camarero ha girado la cara a nuestra altura y ha pasado de largo, nos ha ignorado totalmente. Por ello, me he levantado y bloqueando el paso lo he parado y le he pedido la cuenta. Que por cierto, vaya tela de cuenta...57,40€ por las miseras tapas que nos han puesto, 7 empanadillas que no eran gran cosa, una mini tapa de callos, una de jamon cocido estilo pollo asado, y un escaso casi vacio plato de pulpo a la cartagenera, todo ello con 7 tercios, un vaso de vino, una botella de agua y un zumo. Por mi parte este local dejo de existir....No vulevo más.
“La noche de los museos se convirtió en el tren de la bruja”. La gran afluencia en las mesas de la terraza nos empuja a confiar en la recomendación de un amigo al que me planteo borrar de mi lista de contactos y subimos al piso de arriba a cenar. Allí, un ventanal modernista va cobrando protagonismo por las continuas escapadas de varios comensales a modo de reseteo mental para poder seguir con algo de entereza el espectáculo gastronómico. La carta es escasa, pero nos entregamos a la supuesta calidad de géneros que prometen los precios. Llegan las marineras y la sensación es de morder una patata partida con una capa de mayonesa para defender la definición del plato. Inexplicablemente, traen las marineras y no la bicicleta, que acaban usando como chantaje emocional junto con unos huevos rotos para que aguantemos allí hasta el final cosa que no consiguen. Entre medias, hamburguesas quemadas, una ensalada correcta tomate, tallos y ventresca, vino blanco abierto sin etiqueta y un agua que tenemos que suplicar varias veces y que debe traer un esbirro a pie desde el puerto. Acabamos bromeando con la mesa contigua, que sufre nuestras mismas heridas y nos despedimos deseándonos suerte. Lo mejor de la noche, los gofres que nos tomamos a quinientos metros de este lugar.
El restaurante está bien localizado pero, en mi opinión, es lo único positivo del bar, ya que la comida y eso que pedimos raciones de casi todo era bastante mediocre. Incluso, algunos platos, como por ejemplo las patatas bravas o la tortilla de patata eran, directamente, malos.
Raciones escasas y caras, no informan del contenido de las raciones, pedimos media ración de pulpo y nos cobraron una entera, afirmando que no tenían medias raciones, no habiéndolo dicho cuando lo pedimos inicialmente. Si alguien me cae mal puede que le recomiende el sitio.
Buen sitio pero las raciones caras y muy poco contenido le pedimos media de pulpo y cuando fuiba pagar me dijo que lo que puso era entera que ellos no tenían media raciones aunque en la carta lo pone. No vuelvo ir y no lo recomendable.
Amabilidad, buen ambiente, buenas tapas. Id a la parte de arriba. Encantadora. Sin embargo, hace unos días fui al Refugio y la carta y los precios habían cambiado: escasísimas opciones de comida y aumento del precio.