Reseñas
Espectacular. La danza del vientre a la hora de servir el babaganoush fue un detallazo. Lástima que se les acabara el hielo seco. No probeis el jugo de camarón y pomelo si no queréis que vuestra experiencia de la sabor cambie para siempre. Pocas sillas.
Quizá el mejor local para tomarse unas raciones que haya en la zona. Mi valoración puede estar un poco sesgada por el encanto que demostró el dueño, un zaracandoso y amable hombre proveniente de las más remotas aldeas de la Amazonia, según nos contó. Llegué allí por casualidad, acompañado de una madura con la que había pasado una noche espectacular. La recepción en el local —inexplicablemente vacío pese a lo popular del barrio en el que se encuentra— fue encantadora. El entrañable hombre, ante la ausencia de clientela, tocaba unas melodías con su flauta de pan. Fui incapaz de contener las lágrimas ante la belleza de las notas que el hombre conseguía arrancar a un instrumento que yo tenía por menor. Con el pesar de interrumpir ese precioso sonido, entramos a la sala principal, decorada con verdadero esmero y delicadeza. Inmediatamente el hombre empezó a trabajar, demostrando una habilidad para la restauración incluso superior a la que tenía con el mencionado instrumento, si es que eso es posible. Pasaron ante nosotros, y a un precio más que razonable, verdaderas delicias gastronómicas, de las que es responsable la mujer del hombre. Verdaderamente forman nuestros dos amigos una de esas parejas virtuosas que se complementan perfectamente, tanto en lo personal como en lo laboral. Dispusieron desde unas castizas y deliciosas croquetas de jamón hasta unos «coq au vin» que harían las delicias del mismísimo Paul Bocuse, del que, por cierto, fue discípula durante años la cocinera. Finalmente y, siendo nosotros los únicos clientes en toda la tarde ¡qué injusto es a veces el público de Madrid!, los dueños decidieron bajar la reja y nos invitaron a la cava inferior, donde tienen un piano a la que la mujer arranca un sonido inigualable. Allí pasamos mi compañera y yo una de las mejores noches de nuestras vidas, no cabe duda. Doy tres estrellas porque opino que nada en Argumosa debería recibir más puntuación. Al final hay que cruzarse con mucho jipi para llegar allí.
La comida es asquerosa!! Todaaaa la comida, llegamos a comer a las 14:40 nos trajeron una ensalada campera que es fría. .. 45 minutos más tarde, además estaba estropeada, huevos rotos.. completamente crudos y las patatas escurrido de aceite, visto el panorama. Decidimos cancelar el resto de comida.... No ir nunca. Por favor que podéis enferma!!! Le doy una estrella proque no hay menos. ..
La primera vez en mi vida que padezco una comida. Me recomendaron sus croquetas recomendación que pongo en duda pero las dejaron de hacer por creencias religiosas, cosa que respeto. Así que decidimos pedir otros platos. El resultado fue que, estando sentados al lado de la cocina, y después de 20 minutos de haber pedido, seguía sin oír el sonido del fuego. Hasta que un sonido llamó mi atención: el sonido de la puerta del microondas. Un maldito arroz calentado al microondas, una filete de roastbeaf calentado al microondas. No lo puedo definir de una mejor manera que REPUGNANTE. PD: El servicio estaba a la altura de la comida.
Para ir de cañas no esta mal. Pedimos los huevos rotos y no m gustaron mucho, hay q cambiar mas el aceite de la freidora
Podría relatar las innumerables virtudes de este local, pero una imagen vale más que mil palabras, así que ahí va:
Dueño agradable, comida variada, normalita que con unas cervezas acompañan un rato peculiar por Lavapiés
Es de las pocas terrazas que puedes encontrar sitio en Argumosa, con eso digo todo, las jarras son muy caras pero como el resto de terrazas
Muy maleducados. Tardan mucho en atenderte, en caso de que decida atenderte. La comida es mala y cara.
Creo que es el peor local de comida en el que estado hasta el momento. Aún no sé que me dieron de comer.