Reseñas
Uno de mis lugares preferidos en Madrid, por sus cuadros, las frases en sus paredes, su decoración, el piano y su riquísima Sangria, un sitio tranquilo para hablar y estar con amigos, súper recomendado
Un sitio muy original. Me dio un poco de pena que cuando fui no estaba el pianista, pero con el piano tiene que ser aún más original. Es un sitio completamente diferente a lo que te encuentras por Madrid. Recomiendo visitarlo.
Es un lugar mítico en Madrid donde no puedes dejar de ir al menos una vez en la vida y probar la sangría con canela porque no será la mejor que haya en Madrid pero merece la pena vivirlo y escuchar al pianista y sentir la humedad de la cueva.
El camarero que atiende las mesas el de la tortícolis sigue igual de amargado que hace 25 años, o incluso un poco más si cabe. Creo que toca ya contratar a alguien que le dé un toque de aire fresco al sitio. Los manteles también tienen ya solera. La sangría era y sigue siendo puro veneno, eso no ha cambiado.
Sitio super agradable para tomarte una jarrita de sangria por 8'5 mientras escuchas a un pianista en directo apenas a un par de metros de distancia. Si el lugar estuviera en mejores condiciones sería perfecto no obstante quizás ahí resida el encanto del lugar.
La sangria de las mejores. El trato deja mucho que desear, los camareros son muy secos no sonríen ni entre ellos. La sangria riquisima lo malo es que no te ponen absolutamente nada para picar, ni unas tristes patatas. Al principio tomamos una jarra de sangria pero sin comer nada no sienta bien y cuando vamos pedimos copa
Local con historia, famoso por su sangría. Si estás en contra del postureo, este es tu sitio. Decadencia es la palabra que mejor lo describe... Y en parte tiene tanto encanto por eso mismo. La sangría era demasiado dulce para mi gusto pero se deja beber. El precio, a diferencia de muchas reseñas escritas, no me parece elevado para lo que hay en la zona. La jarra para dos personas, 8 euros más o menos, y da para unos 4 vasos para cada uno. El camarero, brilla por su simpatía. No se si será el propietario, pero la actitud de segurata no acompaña. Por suerte, solo tienes que tratar con él cuando pides y cuando pagas. Es un sitio diferente. Si vas por la sangría, compensa. No es que sea el mejor sitio del mundo para tomar algo, pero vale la pena hacerlo una vez en la vida.
Un sitio un tanto peculiar, en un sótano del Madrid antiguo. La bebida de la casa es el vino dulce, con medida estándar, la jarra. Ví a varios pedir jarras grandes o pequeñas, pero a todos les llegaba la misma. Vino dulce sin más. Para colmo lo preparan en unos bidones de 25L, fuera de toda sutileza. Lo mejor era que había un piano antiguo, y un chico tocando. Pero nadie le hacía ni el menor caso, un servidor incluido. En definitiva, un sitio cutre y sin ventilación, con vinarro de garrafón a precio caro. NOTA: el dueño llevaba un collarín puesto, en nuestra opinión le daba el superpoder de dormirse de pie.
Emblemático establecimiento madrileño, frecuentado en su día por Hemingway y organizador de importantes concursos y concentraciones literarias. Aunque ha perdido su parte literaria, conserva su esencia. Todo desprende misterio, empezando por su acceso, que pasará desapercibido a los menos atentos. El lugar tiene el nombre de cueva por una razón, y es que es totalmente subterráneo. Las paredes están cubiertas con citas de famosos literatos y reconocidas obras de arte. La guinda del pastel es el icónico piano abierto, que cualquiera puede acercarse a tocar. Tienen cerveza y varios cócteles, pero el obligatorio aquí es la sangria, receta de la casa desde 1957.
Una cueva encantadora donde tomarte una buenisima jarra de sangria bien fresquita. Toda la comida buenisima. Las camareras super atentas y amables sin ninguna duda volveremos