Reseñas
Malacatín fue un regalo oportuno en nuestra visita a Madrid. Un lugar acogedor por su buen ambiente y por el buen servicio de su personal. Queríamos hacer platos típicos españoles y las recomendaciones fueron estupendas. Hicimos el cocido madrileño y nos sugirieron pedir uno solo pues es muchísima comida. Ya saben, si vais dos pueden hacer un solo cocido, con eso se irán más que satisfechos. Además hicimos otros platos y casi los probamos solamente, pues no nos cabía nada más. El vino exquisito, y la atención de lujo .
Éramos tres personas y cada uno pedimos algo diferente. Los tres coincidimos en que la comida estaba brutal. Yo probé el rabo de toro y desde luego que volveré. La carne estaba súper tierna y la salsa exquisita. La cuenta subió un poco más de precio por la botella de vino pero desde luego que no es nada caro.Comida: 5/5
Está taberna comienza su andadura en 1.895 como tienda de licores ya en 1.950 se amplía el negocio ofreciendo comidas caseras con buen género y a precios populares. Una vez incorporado el cocido es cuando alcanzó su fama que no ha perdido hasta el día de hoy después de cuatro generaciones. Reserva para comer obligatoria tienen dos turnos, enseguida te sientan y te atienden amablemente durante todo el servicio. Cocido, sino les dices lo contrario te lo sirven en tres vuelcos, sopa, garbanzos y carne. Lo que más nos gustó fué la sopa, con sabor, sustancia, color, sin desmerecer los garbanzos o la carne. Si quieres repetir cualquier producto no hay problema. Sale uno contento, se come bien y a buen precio. El único pero es la estrechez del local por lo demás todo perfecto. Si quieres comer un buen cocido no lo dudes sitio recomendable.
Muy buena comida, la sopa de cocido muy rica y sabrosa. Sin embargo, me decepcionó porque la degustación de cocido solo se puede comer en la barra donde solo hay dos asientos. Si no te sientas en la barra, tienes que pagar 23€ por persona por el cocido, y es mucha cantidad. Este restaurante es famoso por su cocido y tenía muchas ganas de probarlo, pero no podemos comer tanta comida. Les habíamos preguntado antes de pedir si sería posible probar la degustación de cocido en nuestra mesa y nos dijeron que no, pero luego vi que llevaban la desgustación a otra mesa.
Fuimos a deleitarnos con el cocido madrileño, todo todo empezando por el caldo muy delicioso, sabroso, productos muy buenos! Salimos encantados! Y lo que nos sobró, nos lo llevamos! Hay k reservar. Local típico madrileño con profusión de carteles de toreros y pinturas! Personal súper encantador, todosssss! Precio calidad muy adecuado!
Excepcional. El mejor cocido de Madrid. La taberna antigua, con ambiente castizo, y con un gran servicio amabilísimo. Hay que pedir cocido, obviamente, que ya es más que suficiente. Te ponen lo que sobre para llevar. Nosotros también le dimos a unos callos al centro. La sopa estaba especialmente buena. Hasta el pan estaba increíble. Nos invitaron a unos chupitos con el postre.
Hemos probado el cocido, las croquetas de jamón, boletus, carabinero y el revuelto de boletus con huevo... todo buenísimo, para repetir sin duda!! Si pides cocido no pidas nada más, ponen mucha cantidad y con eso vas sobrado!!! Hay que reservar, tienen dos tandas de comida, a la 13:30 y a las 15:30. Para repetir.
Fuimos a comer 4 personas y el sentir general de los 4 fue ¡genial! Menú de Cocido Madrileño al uso, pero súper bien preparado, sabrosísimo y acompañado de un gran vinazo de nuestra eleccion. Camareras muy atentas y serviciales. Sin duda el mejor cocido que he comido en mi vida y no dudaré en volver en cuanto tenga ocasión.
El cocido estaba delicioso. Tradicional, con sabor a cocina de antes y en cantidades industriales. Especial mención a la chica que nos atendió, un verdadero encanto. El local es un original viaje al pasado además de acogedor.
Sin lugar a dudas el mejor cocido madrileño que te puedes comer en la capital, rincón único y con muchas tradición y solera, servicio muy amable y profesional, obligatorio reservar por qué es un restaurante pequeño y con una gran demanda. Lo recomiendo sin lugar a dudas.