Nuestra Señora de la Paz y Esperanza.
Iglesia conventual del Santo Ángel (Capuchinos).
Córdoba, España.
Página no oficial de la Hermandad.
Nuestra Señora de la Paz y Esperanza es una Imagen mariana de las denominadas de candelero para vestir, con ojos de cristal y pestañas postizas realizada por el imaginero Juan Martínez Cerrillo.
Martínez Cerrillo plasma en esta dolorosa los rasgos definitorios de otras vírgenes que después tallaría, como sus grandes ojos, abundantes pestañas, pequeño óvalo facial con grácil holluelo en la barbilla y labios perfilados con abiertas comisuras y boca entreabierta, dejando entrever los dientes superiores. Posee una tez nacarada, con mejillas sonrosadas. Responde a un dolor contenido que apenas deja aflorar, con cejas más o menos gruesas y levemente fruncidas y seis lágrimas, tres en cada mejilla; transmitiendo una gran ternura y espiritualidad. Las manos actuales, con los dedos finos y flexionados, son de una gran finura y delicadeza; son las terceras que ha tenido la imagen, datan de los años setenta.
En 2004, fue sometida la Imagen a una restauración por Antonio Bernal Redondo, realizándose nuevos brazos y candelero, colocando nuevas pestañas postizas y lágrimas de cristal. Intervino en una grieta de la frente y se conservó su policromía original.
Fue bendecida el 8 de septiembre de 1939 en la Parroquia de San Andrés en el transcurso de la Solemne Función oficiada por el canónigo Don Juan Eusebio Seco de Herrera y actuando como padrinos Doña Paz Courtoy y su hijo Gregorio García Courtoy.
El 24 de febrero, Nuestra Señora de la Paz y Esperanza fue trasladada a la iglesia del Santo Ángel, para esta primera procesión de nuestra Madre se contó con el acompañamiento musical de la Banda de Cornetas y Tambores de la Organización Juvenil abriendo la cruz de guía y la Banda Municipal de Música detrás de la parihuela que portaban los devotos a la Virgen de la Paz. Delante del Cristo de los Faroles fue recibida por los Reverendos Padres Fray Juan de Utrera, canónigo honorario de la Iglesia Primada de América, y Fray Rafael de Antequera, Guardián del Convento, junto al resto de la Comunidad Capuchina. La Reina de la Paz entró al interior del Templo a hombros de sus frailes, siendo desde ese momento celosamente custodiada y venerada por esta Orden.
Agregue este mapa a su sitio web;
Utilizamos cookies y otras tecnologías de seguimiento para mejorar su experiencia de navegación en nuestro sitio web, mostrarle contenido personalizado y anuncios dirigidos, analizar el tráfico de nuestro sitio web y comprender de dónde provienen nuestros visitantes.. Política de privacidad