Página Oficial de la Real, Venerable e Ilustre Hdad. Servita de Nuestra Señora de los Dolores y del Santísimo Cristo de la Clemencia
La historia de la Hermandad arranca en los principios del siglo XVIII, cuando se funda en Córdoba la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, como Tercera Orden Servita, en virtud de la licencia expedida en Roma por el general Juan Francisco María Poggi, el 15 de abril de 1699. Eran unos años en los que la ciudad estaba especialmente sensibilizada hacia esta advocación. Por este motivo, cuando en 1717 la congregación encarga la realización de la imagen a Juan Prieto, la rechaza porque no es su semblante propiamente doloroso. El mismo autor entrega dos años más tarde la talla que actualmente conocemos. A partir de este momento comienza a crecer en Córdoba la devoción hacia esta imagen de Nuestra Señora de los Dolores.
Los cultos fundamentales que se han mantenido a lo largo de estos tres siglos consisten en la celebración del Viernes de Dolores, salida procesional en Semana Santa, septenarios en Cuaresma y en septiembre, que en el día 15 se celebra su fiesta. También se celebró hasta bien entrado el siglo XX la fiesta de San Felipe Benicio, con procesión y función de fuegos artificiales. Además, de generación en generación, se han transmitido diversas prácticas piadosas relacionadas como la Orden de los Siervos de María, como el rezo de la Corona Dolorosa que aún se mantiene.
Si hubiese de destacarse una fecha en torno a esta imagen, ésta no es otra que el Viernes de Dolores. La ciudad de Córdoba vive esta jornada como una gran fiesta en torno a esta dolorosa. La iglesia del Hospital de San Jacinto abre sus puertas de madrugada y hasta bien entrada la noche el entorno de la plaza de Capuchinos es un reguero de fieles que acuden a visitar a la que es considerada como la .Señora de Córdoba. Por la mañana se celebra la Fiesta de Regla, siempre presidida por el obispo, y que cuenta con la asistencia de las primeras autoridades locales.
Nuestra Señora de los Dolores fue coronada canónicamente el 9 de mayo de 1965 por el cardenal Bueno Monreal. Esta ceremonia, que congregó a decenas de miles de cordobeses, es uno de los grandes hitos religiosos de todos los tiempos en la capital. A sus pies se han postrado reyes, príncipes, jefes de Estado, cardenales y obispos en una larga nómina. Las indulgencias concedidas son interminables y la devoción de los cordobeses hace que a ella sean ofrecidos los recién nacidos y que su imagen guarde en la sepultura el sueño eterno de sus devotos.
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